l general H.H. Wolherspoon, director de la Escuela de Guerra del Ejército, tiene como
mascota un babuino, animal de extraordinaria inteligencia aunque nada hermoso.
Al volver una noche a su casa el general descubrió con sorpresa y dolor que
Adán (así se llamaba el mono, pues el general era darwinista) lo aguardaba
sentado ostentando su mejor chaquetilla de gala.
—¡Maldito antepasado!— tronó el gran estratega—. ¿Qué haces
levantado después del toque de queda? ¡Y con mi uniforme! Adán se incorporó con
una mirada de reproche, se puso en cuatro patas, atravesó el cuarto en
dirección a una mesa y volvió con una tarjeta de visita: el general Barry había
estado allí y a juzgar por una botella de champán vacía y varias colillas de
cigarros, había sido amablemente atendido mientras esperaba. El general
presentó excusas a su fiel progenitor y se fue a dormir. Al día siguiente se
encontró con el general Barry, quien le dijo:
—Oye viejo, anoche al separarme de ti olvidé preguntarte por
esos excelentes cigarros. ¿Dónde los consigues?
El general Wolherspoon sin dignarse responder se marchó.
—Perdona por favor— gritó Barry corriendo tras él—. Bromeaba
por supuesto. Anda, si no había pasado quince minutos en tu casa y ya me di
cuenta que no eras tú.
tEXTO: 'El diccionario del diablo' \ Ambrose BiercE
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