Cuando huyen los recuerdos

ara quien quiera saber lo que allí había les diré que la yuca y la patata crecían sin necesidad de labranza y en algunos montículos crecía a su voluntad la mata del frijol.
Según se descendía hacia el valle había un rio que aprovisionaba de pescado. En una noche de luna llena, ataviados con redes de pescar se podían llenar varios cestos. Como he dicho alguna vez ya, la tierra rojiza y el olor de algunas plantas me han dejado una profunda impresión. Mi nariz, que es bastante inquisitiva, a veces cree oler lo que no se puede oler y me llena de profunda nostalgia el percatarme de que ese olor no es más que una ilusión que el cerebro interpreta de un lugar tan alejado en el tiempo y la distancia.
El llano es tierra de ganado, había gran variedad de astados, siempre me dieron miedo los cercados y esos bichos de cerca de quinientos kilos cuando pasan a tu lado. Acechar escondido caballos bravíos no es tarea fácil. Los potrillos dan brincos y cocean y los adultos a la carrera resultan inalcanzables.
Cuando uno no tiene ropa que pueda mojarse no le importa la lluvia.  Y cuando uno no tiene propiedad que adeude puede construir una choza con madera y adobe allí donde uno quiera. Puede comer de la mata de la fresa que crece salvaje y ser el hombre más feliz del mundo con un poco de pescado.
Quiero volver al lugar para  el que no existe camino. Es una fotografía que ha ido perdiendo detalles según pasaba el tiempo. Se desciende hasta él a través de unas pasarelas de madera que están ancladas a la pared de una montaña. Es un poblado de casas construidas sobre pilotes. Al fondo hay una caída de agua y a lo largo de las casas discurre un rio. No sé por qué existe un lugar así en mi imaginación pero a veces me despierto de esa visión y siento que me llama. No dice mi nombre pero a veces siento que el tiempo de las respuestas está mucho más acerca.

FIN

tEXTO :D

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