Una historia de Babel

Me gusta el primer sorbo de café de la mañana, mientras se abre el día y se contempla amanecer. Y cuando caminas por el arriate, cerca de la pared, y viajas en el coche muy pegado a las vías del tren unos minutos después. Y esta ella esperándote. Allí las paredes desconchadas, allí los coches con una luz fundida, allí los anuncios de licores, allí los aparcacoches que visten de oscuro, apenas se les ve, como quieras se les intuye. Instantes de una paz finita.

Luego la jornada. El calor sofocante, pegadizo, oloroso como el aceite usado. No, ya no estoy, un día me fui, y nunca he vuelto. Los que me recuerden dirán que fue una tragedia, que fui un árbol sesgado por un rayo y luego depositado por las olas en alguna playa a la que nunca llega nadie. Si, eran dulces los amaneceres bajo ese cielo, el color intenso del azul que iba del claro al añil y de cuando en cuando el atisbo de una nube, forzando su maquinaria al pasar; o tal vez eran velas de barco, velas blanquísimas, ondeando al viento.

La espuma golpeaba en la corteza y me hacía rodar y rodar, una y otra vez contra las rocas, apenas quedaba superficie que no hubiese sido tratada con el paso del tiempo...

Pasaron los años, se sucedieron las estaciones. El otoño se presentaba vestido de exuberantes tonos rojizos y a veces bajaban a la playa los osos. Con sus zarpas escarbando y empujándome con su peso. A menudo me hacían reír y yo me daba cuenta que las gaviotas eran agradables  conmigo. Al posarse picoteaban entre mis hendiduras y yo las acompañaba en sus viajes. Era maravilloso el sentir las corrientes en sus alas y aun el fino y raso manto de mar que había bajo su vientre.

Y un día van y me recogen con maquinaria pesada, me transportan cientos de kilómetros; me sierran, me tratan y me convierten en una mesa sin carácter. Acabo a regañadientes en una casa pudiente a las afueras de la ciudad. Soy el centro de un gran salón, me atisbo en el espejo, me hago amigo de las pinturas y entablo amistad con las piezas decorativas. Se produce un gran incendio y las llamas lo devoran todo. Y vuelvo a ser llamas, vuelvo a ser ceniza, así está bien.

Fin

tEXTO :D

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