Una aventura intrépida

Cada vez que somos testigos de una injusticia y no actuamos amaestramos nuestro carácter a ser pasivo ante éstas, perdiendo eventualmente, por tanto, toda capacidad para defendernos a nosotros mismos y a aquellos a los que amamos. En una economía moderna, es imposible escudarse de la injusticia.
Si poseemos cerebro y valentía, somos benditos y llamados a no desperdiciar estas cualidades quedando boquiabiertos ante las ideas de los demás, ganando concursos de embriaguez, mejorando las eficiencias del Estado de la Neocorporación, o sumergiéndonos en obscuranta, sino a probar la fuerza de nuestros talentos en contra de los mayores oponentes del amor que podamos encontrar.
Si es para nosotros vivir tan solo una vez, que sea una aventura intrépida que ponga a prueba todos nuestros poderes. Que sea con personas similares de cuyos corazones y de cuyas mentes nos sintamos orgullosos. Que nuestros nietos se deleiten al escuchar el inicio de nuestra historia en sus oídos mientras contemplen su buen fin con ojos inquietos.
El universo entero o la estructura que lo percibe es un adversario digno, pero yo, por mucho que lo intente, no puedo escaparme del sonido de sufrimiento. Puede que, como un hombre viejo, yo encuentre gran consuelo anotando pequeñas hazañas en un laboratorio o charlando apaciblemente con mis alumnos en las noches de verano y acepte ese sufrimiento con resignación. Pero ahora no; hombres en la flor de la vida, si poseen convicciones, son llamados a actuar en nombre de éstas.”

cITA: Julian Assange, 3 enero del 2007 \ fUENTE: Kris, 03\12\2010

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