Preguntas de un obrero que lee

"¿Quién construyó Tebas, la de las siete puertas?
En los libros se mencionan los nombres de los reyes. ¿Acaso los reyes acarrearon las piedras?
Y Babilonia, tantas veces destruida, ¿Quién la construyó otras tantas?
¿En que casas de Lima, la resplandeciente de oro, vivían los albañiles?
¿A dónde fueron sus constructores la noche que terminaron la Muralla China?
Roma la magna está llena de arcos de triunfo. ¿Quién los construyó?, ¿a quienes vencieron los Césares?
Bizancio, tan loada, para sus habitantes ¿sólo tenía palacios?
Hasta en la legendaria Atlántida, la noche que fue devorada por el mar, los que se ahogaban clamaban llamando a sus esclavos.
El joven Alejandro conquistó la India. ¿Él sólo?
César venció a los galos; ¿no lo acompañaba siquiera un cocinero?
Felipe de España lloró cuando se hundió su flota, ¿Nadie más lloraría?
Federico Segundo venció en la Guerra de Siete Años, ¿Quién más venció?
Cada página una victoria: ¿Quién guisó el banquete del triunfo?
Cada década un gran personaje: ¿Quién pagaba los gastos?
A tantas historias, tantas preguntas."

tEXTO: ‘Preguntas de un obrero que lee’ \ Eugen Berthold Friedrich Brecht

bREVE BIOGRAFÍA \\ Eugen Berthold Friedrich Brecht nació el 10 de febrero de 1898 en el seno de una familia burguesa de Augsburgo, ciudad de Baviera. Su padre, católico, era un acomodado gerente de una pequeña fábrica de papel, y su madre, protestante, era hija de un funcionario.
El joven Brecht era un rebelde que jugaba al ajedrez y tocaba el laúd. Se sentía atraído por lo distinto, lo extravagante, y se empeña en vivir al margen de las normas de su tiempo, de su recato y su sentido de disciplina. Desde muy joven demostró que estaba lleno de ideas para construir una sociedad distinta, mejor.
En la escuela destacó por su precocidad intelectual y terminó el bachillerato especial (Notabitur), al verse involucrado en un escándalo. Inicialmente influído por la euforia de la guerra, Brecht la criticó con el ensayo sobre el poeta Horacio (65 a. C.–8 a. C.) «Dulce et decorum est pro patria mori» («Dulce y honorable es morir por la patria»), en el que se considera honorable morir por la patria y que Brecht considera como «propaganda dirigida» en la que sólo los «tontos» caen. Por ello fue castigado con la expulsión de la escuela. Sólo la intervención de su padre y el profesor de religión le evitaron el cumplimiento del castigo.

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