Bonnie & Clyde

ebiste creerme cuando te lo dije, que esos chiflados me estaban siguiendo. Ahora ya es tarde. Nos cogerán a ambos, y todo porque no quisiste escucharme. Vendrán en coches negros, con cristales tintados los señores de negro. Uno de los coches estará atravesado en la carretera, cortando el paso, siempre sucede así. Lo he visto muchas veces antes en “pelis” a lo americana. Luego habrá disparos, por doquiera que uno mira solo encuentra balas, nubes de balas que avanzan en todas direcciones. En un estrépito sin igual, todo, coches, ventanillas, retrovisores, árboles y ramas termina hechos un colador. Ya te lo dije, y no quisiste creerme, decías que sobredimensionaba a las sombras, que todo se debía a los excesos a los que someto mi cuerpo (pronunciados ascensos y grandes recaídas), a que la cuerda que me ataba a al razón se rompió en un instante fatal. Y sin embargo henos aquí, entre plomo y gravilla, entre dianas y francotiradores. ¿Cómo habremos de salir de este agujero sin un ejército de Ángeles Custodios?
Lo bueno de ser Clyde es que detrás siempre está Bonnie, lo bueno de ser Bonnie es que al reverso se encuentra de pleno a Clyde.
¿Hasta donde llegará nuestra huida? En un salto profundo al vacío, en el fondo del Averno, allí donde los coches patrulla ya no pueden seguirnos.
¿Cómo transcurrió tu infancia Bonnie? A la mía me cuesta volver, y muy pocas veces lo hago. Recuerdo que una vez, dormíamos mi hermano y yo en una plantación de cañas de bambú, era de noche, las sombras nos cercaban, adoptando formas diversas de demonios. No teníamos fuego, ni cobijo, ni tan siquiera un simple palo que asir. Y entonces sucedió que nos quedamos dormidos, exhaustos; lo último que divisé entre las copas de los árboles fue la luna esconderse furtivamente detrás de unas nubes.
¿Qué cosas sueñas entre horas, Bonnie? ¿Qué cosas te hacen sentir bien? ¿Por qué te empeñas en seguir a mi lado? ¿Y Por qué dices que aún hay solución para mí? ¿Por qué tú no has perdido la esperanza en mí como yo?
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