Mi nombre es D

ola, ni nombre es D, nací en un pequeño poblado, en medio de un pesebre, rodeado de vacas y caballos, allí donde ya no llega la vista porque la tierra se pierde en el horizonte, allí donde el camino es ocre y el paisaje viste todos los verdes imaginables, alli donde no alcanza la memoria porque sus cavernas tienen recovecos inescrutables a día de hoy. Un secreto en mí guardado, una verdad que espera a ser desvelada, un regalo que intuyo que pueda ser. Más yo me froto las manos ante ese mi regalo justo antes de abrirlo. Una verdad que es tan dura como la supervivencia, tan escurridiza como una anguila y tan volátil como un sueño…¿Qué es? ¡ah! ¿Quién ha de despreciar un trago de este cáliz?

Hola, mi nombre es D, yo fui quien acabo con Goliat, Goliat el filisteo. Mi honda, mi canto redondo y yo. Sin mi honda ni mi canto redondo, ¿Cuánto queda de mí? Desposeido de mi canto redondo y de mi honda me vi delante de mi alter ego. El sonreía con la picardía del malo, del que se sabe dominador. Reía mucho porque yo mismo lo hacía, y con que divertidas risotadas nos encontramos frente a frente. Este alter ego, rara vez se muestra amable conmigo, pero al verme desarmado parecía rebosar de alegría y casi que veía al fin posible la victoria. Y de nuevo este hombre limitado que soy sacaba fuerzas de donde no hay, se escurría como una serpiente, desataba el nudo, partíase la cuerda, escarbaba como un topo, y al final se encontraba sano y salvo de nuevo frente a frente al alter ego, y con ganas renovadas de reír.

Hola, mi nombre es D, y sueño muy a menudo que viajo en moto, que el aire me da de cara, y que viajo contigo…¡no sabes cuantas ganas tengo de viajar contigo! Vamos dejando atrás las luces de la ciudad, neones rojos, azules y verdes, árboles difuminados, carteles de coches, de lavadoras, de gente guapa y famosa con la cara retocada, y estrellas fugaces como nosotros. Camiones enormes que conforme nos ven nos pitan, y que alegría hay en nuestros corazones, pegando tu pecho sobre mi espalda muy fuertemente te abrazas y al fin cabalgamos juntos. Que importa por cuanto tiempo, en mí el momento se hace eterno, descubro ensimismado que no hubo día en el que no notara ese vacío que estrechaba mi corazón, lo oprimía, vacío estaba de ti.
Lo imposible es mi ideal, mi meta más alta la que me lleva hasta ti, no hay salvación que no sea a través tuya, tu mi pase en esta tierra. ¡Que importo yo, necio de mí! Hay quien es más importante, y a ese se le descubre tarde, cuando ya nada tiene solución.
Pero hacer que mi felicidad depende de ti, es no haber aprendido nada, Tu eres como esos pájaros que no pueden estar encerrados porque si no su corazón deja de latir, se detiene dentro de los barrotes de una jaula.¡no, pájaro formidable, tú debes ser feliz!

Hola soy D, el mismo que calza y viste. El otoño ha llegado en mi época más floreada, época de cambios y desacomodos, época de eterna lucha por el autocontrol, época en la que tengo mis sentidos a flor de piel y que me hace estar especialmente sensible ante mi demonio interior. Recuerdos son muchos los que llegan de tiempos pasados hasta mi orilla para carcomer mi roída consciencia, y las olas espumosas suavemente bañan mis pies. Recuerdos de mi D escrita junto a tu L y ambas letras rodeadas por un corazón en la arena. Que quede aquí dicho que he estado a punto de lograr la felicidad en muchas ocasiones, pero justo cuando alargaba la mano para cogerla, se producía un tirón de la cuerda, y cuando cerraba mis dedos lo que prendía era aire, pues allí no había nada tangible. Fue mucho lo que me enfadé entonces, la pagué con todo aquel que andaba en mi camino, a los que yo quiero los hice llorar, a la vajilla más preciada de mi estantería yo tiré todas sus piezas al suelo, ninguna hubo de la que se pudiera sacar arreglo. Y vagué día y noche a la intemperie, por infinitas estepas bajo el brillo de la luna y las estrellas, cobijado algunas veces en cavernas y otras en cabañas de madera, escondíame de no se quien, acaso huyera de mí mismo, errante era para no variar, huía de un fantasma que a todas horas me persigue, y me lo encuentro en el semáforo al cruzar, es el conductor del autobús, la chica de la parada, el hombre de periódico bajo el brazo, todos ellos silenciosos y que no se quieren detener a hablarme.

Hola soy D y me visto ahora con mi disfraz de oveja, yo lobo, sin poder sacar la garra, sin poder afilar el colmillo, yo ávido de mis instintos. Quiero que abráis la puerta vosotros los cerditos, nada debéis temer de esta oveja, que lo único que hace es pacer y rumiar en el campo, que mira a todos lados y ve como la vida se le escapa entre balido y balido, y otra vez vuelve a agachar la cabeza para seguir pastando. ¿No consiste en eso la felicidad? En pastar y rumiar tranquilamente y lo que dure duró. De la mejor lana se espera de esta oveja proveer a su pastor, de la mejor leche, que paste en el prado verde salpicado de amapolas, de caléndulas, de arsidonias, que obedezca al gruñido del perro, pero ¡ay, temores vuestros!: dejad que me quite mi segunda piel.
_
D

No hay comentarios:

Publicar un comentario