Esperanza

ue yo he dejado de ser un hombre me dice, que acaso sea un avestruz, que he dejado de reír y que es una gran perdida ahora que ya tenía la boca arreglada. Que la luz, si es que alguna vez la hubo, ya no habita en mis ojos, los ojos tristes de alguien que todo lo percibe gris.
Que manera la tuya de hablar le respondo, que interés puedo tener ya en reír o de ver el arco iris, que mínimo interés en la vida misma, que el color lo perciba otro y se deleite con sus matices, que el arco iris yo lo bajo, lo envuelvo en papel y se lo regalo, junto al amanecer de un día Abril, todo suyo desde este preciso instante. Que me calle me ordena, que mi lengua se ha vuelto viperina, y mis colmillos, segregan sentencias no dignas de ser tenidas en cuenta más que por un loco. Que porqué ando así, convirtiendo en ponzoña todo lo que toco, que mis manos una vez fueron suaves, hermosas, dignas de un pintor y que ahora son las zarpas de alguien que continuamente se tapa la cara con ellas.
Yo le respondo que es porque no deseo ser visto ni tenido en cuenta, que ha empezado mi peregrinaje a la montaña, por caminos en los que no me tropiece a nadie, que quiero subir y subir y no andar rompiendo la paz de entre mis seres queridos, este es el camino elegido, ¡y no voy dejando miguitas de pan para la vuelta! Que ya no pretendo celebrar la llegada del día, para mi un martirio, que mi deseo es que el sol se apague para siempre, por mi y por los millones como yo, hombres y mujeres en el camino y que no terminamos de llegar a ningún lado, y que en la medida en que es posible el crecimiento surgen nuevas incógnitas, ¡demasiadas preguntas las que me hago y ni una sola respuesta hallada! ¡Que en el fondo de mi alma le vi los ojos al diablo! Y lo más inesperado de todo: ¡los tenía inusualmente bonitos, verdes como los tuyos!
En verdad, me dice, que en ti ya no hay esperanza, eso es lo que me pasa, y yo le digo que si la hay, que la tengo desde el principio, ese nombre jamás se me olvida y nunca lo paso por alto, y me lo susurro a mi mismo para coger aliento, y de la misma manera me digo todos los nombres de las personas que han sembrado en mi y aun esperan el momento de recoger. Porque ellos saben que el árbol que soy, luce ya sus primeras flores, tímidamente van asomándose al mundo, quedamente van tomando forma, ya solo nos queda esperar.

TEXTO: D

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