Cuando te hayas ido

Luego todo enmudece de repente. El silencio sepulcral de las habitaciones vacías solo se interrumpe con el crujido espontaneo de unos muebles hinchados por la humedad y afuera, en la gran ciudad,  las nubes amenazan  con desatar furiosos aguaceros.

Lúgubre y solitario. Entre libros, hojas manuscritas, esferas de cristal y esbozos de dibujos que nunca han de ver la luz hago el trayecto Sevilla-Londres imaginariamente. Puedo ver las alas del avión desde la ventanilla cortando las nubes y que honda es la tristeza que se deja sentir en ese preciso instante, como un abandono, como el fin de cada capítulo en que el protagonista se aleja caminando por un lado de la carretera, como si todo lo que importa quedara allí abajo y el dolor obligara de inmediato a romper todo nexo con él. Como si la cometa en su vuelo, partida la cuerda que la sujeta a tierra, volara ahora libre en cualquier dirección.

Pasan los años y cuesta recuperar el tiempo. Me marchito en esta campana de cristal acuciado por el tiempo, cada cierto intervalo uno de mis pétalos cae al suelo, noto entonces con preocupación cómo se retuerce mi tallo, con una leve sacudida hace que se desprendan algunos pétalos más. No, ya no tenemos inquietud de vivir bajo esta coraza, sino todo lo contrario, queremos que los asuntos se resuelvan con el martillo,  al instante, de un solo y tajante golpe. 

Solo de vez en cuando con una ilusión me sorprendo. Cuando en la mañana veo aquella figurita entrar por la puerta y recorrer el pasillo en esta dirección; y se hace la claridad en mi pensamiento, pasito a paso; aunque propiamente dicho, el cielo sigue siendo tan negro y aún el panorama tan desolador que no me atrevo a decir. Son días de oscuridad y una luciérnaga, con su vuelo frágil, vino a iluminar mi vida.

Delante de aquella sala me encojo como un gusano en su humildad, adopto la forma de una estatua que he aprendido a simular muy bien. No sé qué figura soy en verdad, tal vez un león, un águila o un elefante con pies y múltiples manos, vete a saber. Pues estos ojos moldeados en piedra que no reconocen sus pasos al andar, y estos labios que no gesticulan en su ridícula pantomima, acallan toda emoción. Hago en definitiva como que no la veo pero se bien que está ahí. Viene de haberlo pasado mal, lo sé porque me lo han contado, pero me gusta porque no se doblega ni se quiebra. Y este es un secreto que bien quiero mantener en recaudo y por el que tal vez merezca la pena vivir.

Por la noche la realidad se deforma bajo su manto onírico. Los demonios interiores agonizan entre sollozos, gritos horrendos de aves y lobos… armas, muchas armas. Camino por espesos bosque y allí encuentro de pronto una hoz, más adelante un martillo, luego una espada de enormes dimensiones pero que no puedo asir. Camino por la senda de la insatisfacción y no llego a ningún desenlace, encuentro objetos de muerte que no sirven ni siquiera contra mí mismo, bebo agua que no me sacia en hermosas fuentes y oigo hermosas melodías que solo hacen sentirme peor.

Vago en la interminable noche como un orco por hondos valles y trepo por escarpadas montañas. Habito en profundas cavernas y nunca se dónde voy. Cada vez más extraviado y loco, parece que empezara la marcha de vuelta al origen, incluso antes de morir.

TEXTO E IMAGENES ;D

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