Memorias del hombre sin sombra

Seguimos viéndonos en el mismo sitio y a la misma hora, traspasando la barrera del tiempo y el espacio, como la última vez que la vi.
Camino despacio y cabizbajo mientras me alejo asfalto abajo, mientras el humo de mi cigarrillo se disipa en el viento, mientras la colilla termina de arder en mis dedos, prendiendo ya las uñas.
Ondea su pelo al viento y mi corazón corre al galope, hemos decidido emprender nuevos caminos, para la próxima vez que nos veamos poder contárnoslo. Ha dicho que me llevará en lo hondo de su ser allí donde vaya, y yo le he respondido que no menosprecie el aleteo de una triste mariposa a punto de morir —de amor—, que se de buena tinta que no hay nada imposible en este mundo, que soy el testimonio fehaciente de lo que digo, y que ésta agua que deja pasar hoy volverá camino arriba en el remanso de los días tranquilos.
El sol está tan arriba, tan majestuoso, tan inalcanzable; y aquí abajo el asfalto es como un mar ardiente. Mi sombra no ha venido conmigo esta vez, quiso ir con ella; y ahora soy un hombre sin sombra.

tEXTO: D

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