En tránsito

«El capítulo ocho es sumamente breve y relata que Gibbins, el naturalista aficionado del distrito, que estaba descansando medio dormido en las espaciosas colinas, sin que hubiera un alma a una milla de distancia, oyó junto a sí un ruido de tos, un estornudo y, acto seguido, una maldición. Al mirar, no vio nada, pero la existencia de la voz era indiscutible. Continuaba maldiciendo con la amplitud y variedad que caracteriza a las maldiciones de un hombre cultivado. Fue aumentando en volumen hasta llegar a un punto culminante y, después, disminuyó de nuevo y desapareció en la lejanía, tomando, al parecer, la dirección de Adedderdean. Se oyó un espasmódico estornudo, y todo terminó. Gibbins no se había enterado de los sucesos de la mañana. Pero el fenómeno era tan extraordinario y perturbador, que toda su filosófica tranquilidad se desvaneció. Se levantó apresuradamente, y descendió por la ladera de la colina hacia el pueblo con toda la rapidez que le fue posible.»

tEXTO: extracto de 'El hombre invisible' \ Herbert George Wells fOTOGRAFIA: D

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