Cartas a un hermano en la distancia

¿Cómo te va?, hace un tiempo que no se nada de ti.

El otro día estuve buscando un libro para leer durante el verano ya que tendré mucho tiempo, y estuve mirando en tu estantería. Los libros que hay allí están llenos de polvo, hay también entre sus hojas un montón de papelitos con anotaciones hechas a mano, es tu caligrafía, son tus letras, son tus palabras.
Cogí uno que se llama ‘Tokio blues’ de Haruki Murakami, he visto la portada y tiene buena pinta, creo que me aconsejaste su lectura hace ya un tiempo, la reseña dice algo asi:
“Mientras aterriza en un aeropuerto europeo, Toru Watanabe escucha una vieja canción de los Beatles que le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de los años sesenta. Recuerda entonces con melancolía a la misteriosa Naoko, la novia de su mejor amigo de la adolescencia. El suicidio de éste les distanció durante un año, hasta que se reencontraron e iniciaron relación íntima. Sin embargo, la aparición de otra mujer en su Vida lleva a Toru a experimentar el deslumbramiento y el desengaño allí donde todo debería cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte.”

Y no se que pensar, la verdad es que odio los libros que no terminan bien, todos los libros deberían tener hermosos finales. He leído durante mi vida muchos que han dejado un sabor amargo en mi boca después de haberlos terminado, como ‘El cabrerillo’ de Juan Antonio de la Iglesia, la verdad es que ese librito me marcó, creo que fue cuando desperté a la realidad del mundo; allá cuando tenía trece o catorce años, también podría decirte alguno más, pero ese es, en esencia, el primero que me causó profunda impresión.

Ahora tengo entre manos ‘Gomorra’ de Roberto Saviano. La verdad es que me está gustando un montón, es una lectura amena y fluida; y su ritmo me mantiene en vilo y alejado de cualquier pensamiento propio. Llevo poco tiempo leyéndolo, pero he llegado hasta una parte que me ha encantado, describe como nadie podría mi estado anímico. Dice así:
“Cuando todo lo que es posible se ha hecho, cuando talento, habilidad, maestría y tesón se funden en una acción, en una praxis, cuando todo eso no sirve para cambiar nada, entonces entran ganas de tumbarse boca abajo sobre la nada, en la nada. Desaparecer lentamente, dejar pasar los minutos, hundirse en ellos como si fueran arenas movedizas. Dejar de hacer todo. Y tratar de respirar. Nada más. Total, nada puede cambiar las condiciones: ni siquiera hacer un traje para que Angelina Jolie lo luzca la noche de los Oscar.
Pasquale salió de casa sin preocuparse siquiera de cerrar la puerta. Luisa sabía adónde iba, sabía que iría a Secondigliano y sabía a quién iba a ver. Se dejó caer sobre el sofá y hundió la cabeza en el cojín, como una niña. No sé por qué, pero cuando Luisa se puso a llorar me vinieron a la mente unos versos de Vittorio Bodini. Un poema que hablaba de las estratagemas que empleaban los campesinos del sur para no ser llamados a filas, para no llenar las trincheras de la Primera Guerra Mundial, en defensa de fronteras cuya existencia desconocían. Decía así:
En la época de la otra guerra campesinos y contrabandistas / se ponían hojas de Xanti-Yaca bajo las axilas / para caer enfermos. / Las fiebres artificiales, la presunta malaria / que les hacía temblar y castañetear los dientes, / eran su juicio / sobre los gobiernos y la historia…"

Lo cierto es que es un relato crudo, pero no exento de verdad, una realidad que se mastica pero que pocos consiguen digerir. Es por ello que voy a continuar la novela a la par que aprendo “mercadotecnia expeditiva”.

No se si me entenderás del todo, con eso del cambio de idioma, y si es así, debo interpretarlo como un buen síntoma.
Debo reconocer también que tienes la valentía de la que yo carezco, por lo que cuando vengas, puedas enseñarme algo de lo allí aprendido. Aquí las cosas se han puesto un poco crudas, como la realidad que detalla Saviano en su libro, y es por eso que ahora voy a disponer de todo el oro del mundo. Pues según mamá: "el tiempo es oro"

Y bueno, ya me despido, deseo que “todo te vaya bonito” allí donde te encuentres.

Hasta la vuelta:
Salud.

tEXTO:D

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