Dicotomía para tres

l otro día me preguntaron por ti, querían saber cuando volvías, les dije lo poco que sé, que por Septiembre vendrías a pasar unos días.
Se alegraron cuando me oyeron decirles, luego se alejaron caminando, perdiéndose entre la multitud. Cuando salí del bazar donde me hallaba, justo enfrente de la salida donde se encuentra la parada del autobús, estaba sentado aquel homeless del barrio. El tipo se ha hecho dueño de la marquesina, y siempre que paso por ahí lo veo sentado en uno de sus asientos, casi siempre en el del medio, como si esperase un autobús imaginario que no acaba de llegar; y uno tras otros los ve partir con su mirada turbia. Tiene una bolsa de plástico al lado donde guarda lo que le queda de un litro de cerveza y algo de comida. También está, pero unos metros calle adelante, el otro homeless. Siempre tiene la mano extendida esperando que le caiga del cielo una moneda. Pero con éste, al contrario que con el que espera en la parada del autobús, no siento ninguna lástima. Una vez lo vi golpearle con la muleta en la cabeza, desde entonces, si es que soy capaz de sentir lástima por alguien, no es precisamente por él.

Y por aquí las cosas cambian a golpe de segundero. Están abriendo muchas tiendas cerca del barrio y a lo largo de la avenida, reconstruyendo viejos edificios, arreglando aceras, tanto que cuando vuelvas no se si vas a saber encontrar el camino a casa.
Por las tardes el barrio esta abarrotado de niños que juegan a la pelota, como nosotros cuando éramos pequeños, pero estos diablillos no tienen cuidado de nada, y hay que ir con mucho cuidado al pasar junto a ellos, pues te puedes llevar un balonazo de gratis.
Luego aquí, cada vez van quedando menos de los nuestros, y vamos dejando sitio a la chiquillería emergente. Hay muchos Skaters, roollers y ciclistas por las calles con eso del carril-bici. El otro día sin ir más lejos vi como pegaba una torta una patinadora inexperta al bajar por una pequeña rampa. No fue muy grave pero la mar de gracioso, tanto que no tuve más remedio que descojonarme. Fué como esos videos caseros en los que la gente se pega las tortas más aparatosas, pues así más o menos.

Y yo casi todos los fines de semana intento salir de la ciudad, eso pienso durante la semana, pero muchas veces cuando llega el viernes no se me apetece para nada moverme de casa. Aquí en mi "ratonera" paso mis mejores momentos componiendo algún que otro texto y experimentando con la fotografía. Creo que me estoy reafirmando en mi personalidad de eremita. A veces me hubiese gustado tener una personalidad más abierta y decidida y no tan contemplativa y opaca como la mía; en cualquier caso, creo no tener ya remedio. La soledad se ha convertido en mi compañera inseparable de viaje, y ya puedo estar acompañado de mis mejores amigos y en los mejores jolgorios que yo en el fondo me sigo sintiendo elienado. Como si toda esa felicidad no me perteneciese en absoluto. No digo que no me lo pase bien en compañía; lo que pasa es que no me aclaro: cuando tengo no quiero y cuando quiero no tengo, algo así; es difícil de entender, también de explicar. Pero conforme el tiempo avanza las cosas se complican de veras. Ante cada uno de nosotros se abren infinitos caminos y senderos alternativos a la vez que otros convergen hacia los nuestros; y es más fácil ir por el camino de uno que aventurarse por el de otros.

Y cada vez me puede la idea rocambolesca de abandonarlo todo e irme a pasar unos meses a la montaña o algún recóndito lugar alejado del bullicio y de las “junglas de cristal” a respirar aire puro, con bonitos paisajes verdosos que se alcen sobre los valles y dedicarme a tareas que no requieran de la supervisión de los demás. Estoy un poco harto de todos esos reglajes de la sociedad a los que soy sometido, al marcaje férreo, a la correa corta y el collar de castigo, a las jerarquías manías, a los roles y los yugos. Cuanto mejor me sentiría yo siendo un alma libre: No quiero ser un jodido número y me está costando un huevo aceptarlo; llegar cada día y olvidarme de que soy una persona y empezar a comportarme como una cifra. ¿Cómo se comportan las cifras? ¿aleatoriamente?

Pero bueno, es lo que hay: “quien algo quiere algo le cuesta” se dice con un poco de sorna, y yo todavía no se siquiera lo que de verdad quiero hacer con mi vida. Cuando lo sepa ya decidiré, o tal vez ya sea demasiado tarde y los demás ya hayan decidido por mí. Ésto, por cierto, es una buena manera de empezar a comportarse como un número.

Salud.

tEXTO: D

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