Algarabía y júbilo de un gavilán

rabajé sin descanso encomendándome a las musas. Ellas a través de mi dictaron lo que debía de hacerse y mis manos ejecutaron la obra. El resultado es una amalgama viscosa y fea, una masa informe. No es que yo quiera llamar a esto "obra de arte". Quería que lo vieras para que me dijeras, a la vista está, no es de lo mejor que he producido. Sé que tú eres cauta como ninguna, nunca hubieses permitido que me abocara a esta locura en la que me hallo. Ahora hará seis años de ello…
Una ensoñación:
Estabas en un parque, hay grandes árboles que elevan las ramas hacia el cielo y el día es cálido, casi rozando el mediodía. El agua recorre las acequias y las fuentes en un murmullo. Estás sentada en un banco al lado de un caminito de tierra, frente a un parterre sembrado de flores. Hay insectos volando por doquiera y a cada zancada, cada paso, me acerca unos metros hacia a ti...
Bien recortados los setos y desbrozados los parterres hay también algunas estatuas de piedra blanca en posturas inverosímiles a pie de camino y los turistas se fotografían con sus largos objetivos. Y un montículo al que se asciende por unas escaleras y que según se sube va girando sobre sí misma. Una vez arriba se pueden divisar algunos puentecillos tendidos sobre lagos artificiales que cobijan familias de aves.
Como quiera que sea, en este día luminoso, por este caminito de tierra, los insectos liban el néctar de las flores rojas, azules y amarillas. Estas sentada en un banco de madera y en tanto que me voy acercando más lejos de ti vuelvo a estar. Una vez creo estar cerca de nuevo el tiempo se dilata como el asfalto en los calurosos días de verano, o como en los desiertos; fruto de un espejismo. Las palomas quedan suspendidas en el aire en pleno vuelo. Solo son unos pocos metros y si giro siempre obtengo el mismo ángulo por lo que nunca llego a ver tu cara, solo quedas de espalda y ya.
Por este camino ajedrezado voy moviendo pieza como un caballo. Pego saltitos que me llevan allí y aquí. El cuadrúpedo sin brida de majestuoso porte parece el caballo de Alejandro mas no es el único movimiento que conozco. Como si fuera el azote de un dios menor, en connivencia con el mismo Zeus, visto ahora el traje blanco de un elegante cisne. Arqueo las alas y cojo impulso, luego permanezco suspendido en el aire aprovechando las corrientes de aire; una vez así, adopto la figura de un gavilán y me arrojo al vacío. La distancia que nos separa es lo que separa una flecha de su destino. Visto así, todo ha vuelto a fluir, el agua discurre con normalidad, las palomas en pleno vuelo y tu sonrisa fresca, los peces asoman a la superficie, en algún lugar, y un diminuto gorrión se acaba de posar...

FIN

tEXTO :D

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