El gran mérito

eía a todos esos chiquillos a lo lejos, embutidos en sus abrigos, sus figuras recortándose contra el verde de la montaña. Pensaba en ti, e imaginaba como sería aquella etapa tuya aquí donde estoy, si te aburrías tanto como yo ahora, y cómo lo remediabas. Indudablemente sentí una punzada dentro de mí al pensar en ti, la hoja de un cuchillo invisible clavándose en mi pecho, un trago amargo bajando por mi garganta. Te pensé tan pequeña e inocente, como la fotografía aquella que me enseñaste un día en que decidiste abrir el baúl de tus recuerdos. Tú estabas con medio cuerpo fuera de la piscina y tus ojos refulgían verdecinos una tarde de verano…
El día está pletórico, las hojas de los árboles brillan al reflejo del sol y se contonean mecidas por el viento, visten ya los colores del otoño, hay árboles amarillos y rojos, es la primera vez que los veo. Y las calles la mayor parte del tiempo están vacías, parece uno un fantasma al adentrarse en ellas, siquiera se oye murmullo, de vez en cuando se cruza un gato, a veces ni eso, tan sólo se ve el brillo de sus ojos desde algún rincón, o se nota uno observado, ¿no has tenido nunca antes esa sensación?, la de ir caminando y de repente, por una pulsión en el alma, dirigir la mirada hacia algún punto en concreto y encontrar la mirada de alguien, alguien ajeno a ti, al que desconoces por completo pero que te lleva observando un tiempo, es como si se hubiese producido una llamada... y empiezo a intuir la existencia de una “Mente única”; dicho de otro modo: la conexión de todas las mentes funcionando como un ente único.
Pero hoy no estoy solo, he pensado que tu caminarás a mi lado en esta travesía, como una amiga imaginaria, aunque yo no lo merezca. Te he elegido como la compañera con la que me gustaría compartir este retiro a las faldas de la montaña, aquí en el remanso de paz, donde el tiempo no pasa, entre el murmullo perpetuo de las fuentes, entre el canto de los gorriones, escuchando este OM.
Y la verdad es que procuro levantarme tarde, a veces durante la noche el cerebro permanece despierto, dándole mil vueltas a los pensamientos, dirigiendo sus envites en todas direcciones, como si no hubiera cosa mejor que hacer, sólo con esfuerzo consigo conciliar el sueño.
Luego paso gran parte del tiempo leyendo y mirando al infinito abrumado por las vistas, escuchando el viento, viendo los pajarillos jugar entre las hojas de la parra y los tomatitos cherry, y esa enorme calabaza que sobresale en el huerto, con la que, a falta de Hada Madrina, terminaremos por hacer una rica crema en lugar de un bonito carruaje.
De vez en cuando me da por mirar hacia los ventanales donde vivías antes, y las persianas están abiertas de par en par. He querido pasar por delante de la puerta pero no me ha sido posible, tengo miedo de pasar frente a ella y que se abra de par en par, y no saber lo que me voy a encontrar…

tEXTO: D

1 comentario:

  1. Me ha encantado leer este cachito de retiro, entre la melancolía de un otoño interior.
    Namasté.

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