De luces y sombras

Estando yo sentando, librepensando, acudió a mi el rechinar de un eco, era una mosca con enormes ojos saltones de color rojo buscando el calorcillo de la luz de mi lámpara, estaba ahí asomada mirando hacia adentro, debía sentir frío, daba fieros chocazos contra el cristal, giraba y caminaba, y otra vez se volvía a estrellar.
Todo estaba desierto y oscuro, como esbozado al carboncillo. Yo resplandecía en mi habitáculo, iluminado por la lámpara. Sentía la necesidad imperiosa de expresarme, de emulsionar mis sentidos, de sumergirme en mi esencia, tres o cinco capas por debajo de mi piel. Se me ha dicho lo que ya sospechaba: que mi bitácora es un acto continuado de desnudar el alma, un striptease que no acabara tan sólo en la carne; y allí donde hubiera un resquicio de oscuridad debe hasta el llegar la luz. Tenía miedo de perder el norte en el proceso de encontrar mi Yo. Es posible que sienta vértigo, esta misma noche anterior soñé que temía precipitarme desde una plataforma en la altura, desde el que se divisaba un paisaje. Alguien trabajaba afanosamente en la lejanía, mi madre estaba conmigo en la plataforma divisando también el panorama, pero ella no sentía el mismo vértigo que yo, por el contrario, estaba sujeta a la barandilla de la plataforma como si tal cosa, como una chiquilla traviesa, sin inmutarse ante el peligro. Yo me eché al suelo y arrastrándome pedía a mi hermano que me alejara del borde de la plataforma. La próxima vez que me sucede esto lucharé por lanzarme desde lo alto de la plataforma, quizás con este acto desesperado deje de sentir miedo, y aprenda algo nuevo: a volar.
Llega ahora otro insecto, es blanco y alargado, con largas antenas que no paran de moverse, las alas son finas, casi transparentes. Se queda ahí un rato, como si estuviera observándome. Luego empieza a girar, orientándose hacia la luz, cogiendo un poco de luz por todo su cuerpo blanquecino. Y mientras lo describo empiezo a dudar de quien es el que observa a quien, quien observado y quien observador.

TEXTO: D