Yo, mi, me, pero nunca sin tí

ada, que no podía dormir, que no conseguía pegar ojo. Había estado trabajando hasta muy tarde, me dolía la espalda, y acaso también el alma, ambos dolores son crónicos en mí. Escuchaba música ambiental, la hora que marcaba el reloj eran las 1:36. Por la ventana entraba aire fresco y con mis dedos acariciaba mi cabello. Una farola había ahí abajo iluminando la calle, guardiana de la luz durante la vigilia. Tuve la profunda sensación de soledad: yo, mi, me, sin ti. Pero ahora se que nunca te quise, que ya entonces eras tan sólo un sueño que se desvanecía dentro de mi, y ya casi no me quedan recuerdos, siquiera lograría ponerte cara a no ser por la fotografías que guardo. Ya sabes, en aquella ocasión en la playa, Negrita, tú y yo. Desde entonces no he reparado en el hecho de que tengo que esforzarme en conocer nuevas chicas, pero ¿quien puede pensar en chicas si uno se encuentra en continua lucha consigo mismo?
Estaba trabajando a destajo, y había conseguido que mi jefe reparara en mi, había ganado su confianza y su respeto con mucho esfuerzo. Siempre que le decía que estaba cansado, porque mi trabajo requiere de esfuerzo físico y mentalidad acostumbrada a responder bajo presión, él me respondía sonriendo que “el trabajo dignifica al hombre”. Y tan cierto que era aquello, y sé que es bien cierto porque él no escatima en esfuerzo, y yo tampoco lo hago, quiero ser tan digno como él. En cuanto a mis compañeros, no se bien que pensar de ellos, diría que son unos “jugones”, que intentan cogerte la vuelta cuando menos lo esperas, no todos, hay gente muy competente, y es por ellos por quienes me guío. Y les digo más; que entre todos ellos tengo un amigo en especial, un confidente, un alma gemela o así, en el que he depositado gran parte de mi confianza, que no ha de ser mucha en cuanto a las personas se refiere, pero que en fin, algo es algo y menos da una piedra. Ha sido también mi enemigo en algún momento, al principio de conocernos; pero para poder decir de alguien que es tu amigo, también has debido de tantearle como enemigo. Al final hemos llegado a un pacto de no agresión y somos un tandem bastante original. Y bueno, ya me voy despidiendo, se me hace tarde, los párpados me pesan, el sueño me vence, y no me apetece luchar, renuncio a defenderme, deseo ser vencido, aunque sólo sea por esta vez: enarbolo la bandera blanca de la rendición.
--
D

No hay comentarios:

Publicar un comentario