Tablero, contenido, estructura y forma

afa es un tipo guay, con el pelo ondulado y castaño, casi rojizo, con un pendiente en la oreja, lo cual le hace parecer un hippie o un bucanero. Me atreveré a decir que es un muchacho atractivo, sin que por ello se deban malinterpretar mis palabras, la belleza no conoce género, y allí donde habita hay que reconocerle su valor. Es un tipo risueño, de esos que te ayudan a sobrellevar una jornada desapacible y torcida. Habla muy poco, tan poco como yo, que ya es decir, y acaso sea en nuestros silencios cuando mejor nos encontremos.

Chema es un tío responsable, que genera confianza, y que como los dos, siempre anda riéndose con cualquier pamplina que le cuentes. Tiene el pelo liso y medio rubio, castaño claro diría, con los ojos azules. Su encanto no es tan sólo perceptible a simple vista, sino que hay que batearla como el buscador de oro en un río, hasta dar con las pepitas del preciado metal.

Yo por lo tanto, soy el tercer vértice de este triangulo; No soy ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco, ni guapo ni feo, carezco de forma, soy normal. Tengo dedos en las manos y también en los pies, cada dedo con una uña, más o menos largas, según. Mis ojos son castaños, aunque hay que fijarse bien, normalmente parecen negros. Llevo el pelo alborotado, negro azabache, como los ojos de Platero, que por negro diríase que es azulino. Tampoco yo me debo tanto a la forma como al contenido, aunque cuido la forma hasta el límite de la obsesión, revalorizando así el contenido.

En realidad este sistema de tres es el que nos ha permitido mantenernos a flote durante los primeros meses que los conocí, cuando nuestros destinos dependían tan sólo de una tirada de dados. Como íbamos a una, y no había fisuras entre nosotros, nuestra fortaleza era por tanto la confianza que teníamos el uno en los demás, de tal modo que nuestras ramas y nuestras raíces se fueron alargando en la distancia, expandiéndose por doquiera, sin que las malas hierbas pudieran oponer resistencia. Además nos favorecía el factor del que todo se sabe en una empresa, por lo que el enemigo (siempre existe la posibilidad del enemigo en cualquier situación) teme de comunicar sus ideas y expresarse libertinamente. Si no hubiésemos formado la piña, y hubiésemos controlado los diversos canales de comunicación, de los cuales proviene toda nuestra información, sólo seríamos sardinas solitarias en manos de los delfines, los atunes, las orcas asesinas y los tiburones del sistema. En realidad era muy difícil de identificar al líder, ya que el líder cuanto más valioso, es cuando nadie al mirarle le encuentra, al escucharle le supone, al imaginársele se le conoce forma, de este modo, el líder siempre esta en todos y a la vez en nadie.
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