Como en los autobuses y transportes públicos raramente consigo dormir, me había provisto de un librito de lomo fino que había encontrado en las estanterías de mi casa, para contrarrestar la monotonía. Y de Rabindranath Tagore ya sabía yo de antes, le había leído en citas y en alguna que otra noticia así de pasadas. No había tenido la oportunidad de profundizar en su obra.
Vi que una chica, dos o tres filas por detrás de mí sujetaba un libro y parecía ser la única. Quise ver la portada pero no me fue posible, desconozco que libro era el que leía. Y entonces me dio por sacar mi librito a mi también, no quise dejarla sola en ese menester, quería hacerle saber que un libro era también mi única compañía.
Cuando llegaba a un párrafo que me gustaba hacía un pequeño doblez en el pico del libro de tal forma que quedaba marcado para cuando lo necesitara.
Leí el prólogo con entusiasmo, la lectura era fluida, no tardé demasiado en terminar, de él saco estos dos extracto de su libro ‘Recuerdos’ que os ayudará ha situaros más o menos dentro del contexto del autor.
“Yo era un niño muy solitario, mi padre estaba ausente casi siempre, aunque su presencia espiritual llenaba toda la casa. Esta fue una de las influencias más profundas de mi vida. Confiado al cuidado de los domésticos después de la muerte de mi madre, me pasaba las horas enteras sentado en la ventana, procurando imaginar lo que ocurría fuera. Mi recuerdo más lejano es el amor que sentía por la naturaleza. Transportado de gozo, contemplaba pasar las nubes, una a una, por el cielo. En aquella edad infantil, ya me sentía rodeado por la presencia de un amigo, de un compañero muy querido, muy íntimo, cuyo nombre desconocía. En otoño corría al jardín en cuento me despertaba. El perfume de las hojas y de las hierbas húmedas de rocío me penetraba por entero, y la aurora tierna y fresca, bajo los rayos aún no despiertos del sol, me presentaba su rostro como para saludarme.”
Y otro:
“…fue en Kshanika donde por primera vez me di cuenta de la belleza del lenguaje coloquial. Eso me deparó una sensación extraordinaria de alegría y de poder. Me dí cuenta de que podía utilizar cualquier palabra que quisiera. Apenas si hubo quien se atreviera a criticarme: todo el mundo se quedó callado. En toda nuestra literatura anterior no había nada parecido.”
De vez en cuando, levantaba de súbito la cabeza, y miraba a mi alrededor. El hombre a mi lado dormitaba apaciblemente con una mano sujetando la cabeza, en tanto que, a través de la ventana iban quedando un reguero de árboles atrás. Respiré hondo, y aquel tufillo entraba por mis fosas nasales provocándome náuseas. Así que otra vez volvía a sumergirme en la lectura, como si de un lobo marino se tratase que ha salido a la superficie a tomar una bocanada de aire y ahora retorna de nuevo a las profundidades.
De ‘Ciclo de la primavera’ extraigo algunos versos cantados que me han parecido dignos de ser mencionados aquí, el primero de ellos dice:
“Cuando había luz en mi mundo
Tú estabas fuera de mis ojos.
Ahora que no hay ninguna,
Llegas a mi corazón.
Cuando había juguetes para mí, yo jugaba;
Tú sonreías y mirabas desde la puerta.
Ahora que los juguetes se han resuelto en
Polvo,
Llegas a sentarte a mi lado.
Y sólo tengo corazón para la música
Cuando se han roto las cuerdas de mi laúd.”
Y el siguiente dice:
“Te pierdo para volver a encontrarte una y
Otra vez,
Amado mío.
Me abandonas para que pueda recibirte
Siempre mejor
Cuando vuelves.
Puedes desaparecer tras las cortinas del momento
Sólo porque eres mío para siempre,
Amado mío.
Cuando voy en tu busca mi corazón tiembla,
Extendiendo sus ondas a través de mi
Amor.
Ríes tras tu disfraz de ausencia total
Y mis lágrimas endulzan tu sonrisa.”
Y así llegué a mi destino, las horas se me habían pasado volando, tenía los ojos fatigados a la entrada de Sevilla, el asiento parecía que se iba encogiendo a mí alrededor, mi colega de al lado se había despertado y ahora parecía impaciente. Del librito me quedaban unas pocas páginas, así que doblé la última esquinita de la página que había leído y lo cerré.
Afuera hacía un día soleado, la temperatura era agradable. En la puerta del autobús ya se agolpaba la gente antes de entrar en la estación. La chica de al lado había empezado a conversar con el compañero de butaca, y yo empezaba a desesperarme…
‘cICLO DE PRIMAVERA'\\ es una pieza teatral compuesta por Rabindranath Tagore en 1916 para una noble causa: allegar fondos y socorros para paliar la plaga de hambre que se abatió sobre la India en ese tiempo.
Partiendo de un texto escénico redactado anteriormente, llenó sus escenas de hermosas canciones, que va intercalando entre los diálogos con esa sabiduría magistral que le hizo merecedor del Nobel de literatura. En el 'Ciclo de Primavera' están sus características más sobresalientes: esa ternura y esa delicadeza que hacen de sus libros muestras sorprendentes de la cultura oriental, capaces de trasladar a nuestro mundo las esencias más puras del mágico ambiente de la antigua lírica hindú.
tEXTO: D \ cITAS: 'Ciclo de primavera', Rabindranath Tagore
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