Los ojos de un desconocido

Esta mañana, la ciudad se ha despertado bajo la lluvia. Pero no es la habitual lluvia, densa y maloliente, provocada por el microclima urbano. Las nubes que hay sobre nosotros llegan de la costa, impelidas por el viento, y el agua es limpia y fresca.
Las líneas de la central de la meteo dicen que el nivel de polución ha descendido dos puntos.
Si esto sigue así, dentro de poco el aire casi será rrespirable.
Mi turno en la MPC TV comienza dentro de una hora. He salido de casa con antelación, y me queda tiempo para un café en el diner de la esquina.
Prefiero el diner al eat-o-matic. Aquí al menos, no es un robot quien te sirve…
El chico me sirve el café distraídamente. Solo tiene ojos para las dos nenas que acaban de entrar.
—¡Hola! ¿Qué bebéis hermosas mías?
—¡No somos tus hermosas!
—Dos milkof
—¡ja, ja! ¿Sois dos milkof?
—¡Queremos dos milkof chistoso!
Las dos empiezan a hablar de una que ha dejado a uno. El chico hace ver que se concentra en los milkof, pero lo escucha todo. Yo también lo escucho.
—…Y entonces ella le ha dicho: "despega, androide… no me vas nada y estoy muy down…"
—Ha hecho muy bien en darle el eject…
Miro a la tele. Está Jacqueline Stein, la presentadora más conocida de la ciudad. Siempre hace que la tomen de medio cuerpo, nunca un encuadre de primer plano. Tiene miedo que se le vean las patas de gallo en los ojos.
Luego llega el noticiero. Lo de siempre: guerras locales, índices de inflación, el nivel de la polución, erupciones volcánicas en Black Diamond Bay. ¿Y que me importa? Nunca he pensado en ir allí…
No sé porque miro hacia fuera, a la calle a través del cristal regado por la lluvia.
Y la veo.
Está parada bajo la lluvia, con la falda levantada, arreglándose una media, no lleva paraguas.
No cree que la vea nadie…
Continúo espiándola, robándole incluso esa pizca de intimidad hasta que no se coloca bien la falda.
Va al semáforo, quiere atravesar…quizá…
Si, está viniendo justo aquí.
—¿Qué tomará?
—Un café
Ni ha mirado al chico mientras pedía. Es típico de esta ciudad, nadie se mira a los ojos.
Parece nerviosa. Quizá sea de las que jamás van al diner, tal vez ella prefiera los eat-o-matic.
Eso debe ser. No sabe ni donde dejar el bolso…
¡Y al final elije el peor sitio!
—¡Oh, no!
—Espere le doy un pañuelo…
—Déjelo correr, apenas se ve la mancha.
—Estoy tan avergonzada… ¿me permite que le invite a otro café para compensarle?
Mira hacia abajo confundida. Pero por un momento me ha mirado derecho a los ojos.
—Bueno…
Acepto sus excusas y bebemos juntos el café.
Fuera sigue lloviendo.

tEXTO: extracto de Nathan Never, por Michele Medda (guión) y Stefano Casini (dibujos).

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