Por una cabeza

Deje de quererla, ante la presión ardiente de la razón. Me lo exigí a mi mismo, me dije que ésta era ahora y no otra mi verdadera tarea, que debía deslizarme al fin por el afilado canto de la guadaña. Y la valquiria estaba mas hermosa que nunca, ahí sonriente, con su cabello ocre ahora liso, y sus ojos color miel clavándose en mi graciosamente.
No sabía que yo andaba inmerso en un proceso nuevo, un proceso que la ignominiaba y la apartaba a un lado: mal que por bien no venga.
Ahí tomaba el primer café de la mañana sentado en un taburete de patas largas; y veía mi destino reflejado en su poso, en el fondo, con el último sorbito se iría también ella.
Desdichado de mi, se que ella me intuye, y también se aleja de mí subiendo por la vereda, y no le falta razón: qué cosa o persona haya querido yo que no terminó desboronándose en mis manos como puñado de arena. Mala providencia me asiste pues no obtengo más que lo que merezco: aquí, en el fondo de esta gruta, pocas veces se ven rayos de luz tan claros; y es una pena que uno deba renegar de ellos solo por el principio de inacción: así sea.
Dentro de mí un eco repite locamente este fragmento:

"La nombro para que algo de ella esté, aunque no sea en mí.
La nombro para intuir que su presencia me hace ser de alguna forma que quise, quiero, querré ser.
Y para nombrarla guardo este SILENCIO.”


TEXTO & FOTOGRAFÍA: D CITA: Juan Vera MÚSICA: ‘Por una cabeza’ \ Carlos Gardel

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