
Nombro a Laura en este caso aunque lo hago poquísimo o casi nunca porque no me esta permitido hacerlo, yo mismo no me lo permito y ustedes no la conocen, si es que alguien lee este blog con cierta atención, pero seguro que reconocerían en ella una bellísima persona, acaso la suerte más hermosa que haya yo tenido nunca. Ahora hará dos años que no se nada de ella, cosas de la vida: a veces subimos a trenes de los que nos es imposible apearnos. No fue suya sino mía esa decisión, lo que pasa es que en mi habita un animal que a duras penas consigue ser domesticado, y ustedes si me vieran, con mi ropa decente, comprada en algún centro comercial atestado de la ciudad, bien peinado y perfumado, acaso para esconder mi vergüenza pensarían que soy una persona honesta. Pero por mucha seda que yo vista, lo que queda en apariencia es su textura suave, una fachada, una gran mentira. No confíen solo en la textura pues y revisen las costuras, vayan más al fondo por mucho que el perfume sea de los de su agrado, no se deje convencer señorita solo por el olfato, ande y vaya hacia delante, no se detenga, que mi gran arma es la retórica, y a veces logro parecer hasta lo que menos soy.
Dice Steve Jobs, el fundador de Apple, esos ordenadores tan bonitos, tan caros y tan útiles como para que a cualquiera le sea lícito metértelo por los ojos, que todos los días se presentan ante ti infinidad de puertas pero que hay que tener cuidado con cuales puertas abrimos, vaya a ser que no nos guste lo que encontremos si abrimos la que menos nos conviene. Pues bien, esta es la lógica de todo este misterio: yo soy una puerta que desea no ser abierta.
__
D.
No hay comentarios:
Publicar un comentario