
Cuando salí del hostal, observé que el barrio en el que me hospedaba era el jodido Vietcom. Un barrio tailandés con millones de Apus y badulajes, sitios de comer y masajes. También tenía librerías, videoclubs y todo tipo de negocios para tailandeses, de hecho los dueños de mi hostal eran vietnamitas también.
Tal y como me habían aconsejado los punketas, pille un bus para ir a Hollywood. Tengo que decir que aquí llaman metro a los autobuses, nombre que no hace ninguna justicia a la chatarra móvil mueve-inmigrantes pobres de las que disponen. En el “metro” no había ni un jodido blanco y la pinta de la peña era de a cual peor, una experiencia realmente cojonuda. Más adelante empecé a comprender bien el concepto de estar en un país no socialista. Aquí lo público no vale una mierda, ya sea transporte, sanidad, educación y todo tipo de servicios. Esto es algo que ya sabía, pero has de verlo, por la calle cuando todos los blancos van en cochazos de lujo y los negros e hispanos en metro o cuatro-latas. No ví ni a un solo blanco en un negocio de alimentación, comida rápida, kiosco, ni siquiera en los museos de Hollywood, tiendas de suovenirs etc. Hollywood para colmo estaba lleno de turistas, por lo que cuando terminaba la tarde tenía la impresión de no haber visto a ni un solo blanco autóctono de L.A. bajado de un coche.
Todos estos blancos me los encontré en el Hollywood Bowl, un auditorio al aire libre al que fui a ver un festival en que tocaba un grupo que me encanta, “Thievery Corporation”. Hugo, mi amigo mejicano, ya me avisó que este era un sitio de Fresas (pijos) y tanto que lo era joder, la gente cenaba allí plan picnic, comiendo en platos de cerámica con cubertería buena, bebiendo vino en vasos de cristal, y ya no solo en el parque que rodeaba el auditorio, sino también dentro de él, porque dejaban meter cosas. Me sentí muy raro al comerme mi bocata envuelto en papel albal, pero de verdad que no entiendo como estos amantes de la comida rápida y coca-cola, montan toda esta parafernalia para ir a unos conciertos.
El auditorio estaba dividido en 7 partes atendiendo a lo que pagabas de entrada. La primera zona, (pegada al escenario) era de mesas con sillas acolchadas con servicio de catering, donde la gente cenaba y bebía vino durante el concierto… La segunda era de palcos divididos por paneles donde cada grupito tenía su zona particular. La tercera eran asientos acolchados. La cuartas bancos de madera, donde estaba yo. Y las demás igual pero muy lejanas del escenario. Esto es un ejemplo del “if you pay for it, you can have it” americano, todo lo que hay aquí esconde subyacente el símbolo del dólar, icono del capitalismo en su más puro estilo. Tengo que decir que el concierto fue la caña, el escenario era giratorio, de modo que al terminar un grupo, giraba y salía por la otra mitad el otro grupo, de modo que no tenías que esperar a que cambiaran instrumentos etc. Lo que me resultó extraño es que la primera zona estaba muy apagada, y la gente que gritaba y bailaba estaba al final, cuando yo estaba acostumbrado a todo lo contrario.
__
Día 2: Hollywood: Mitad sueño, mitad negocio.
Escrito por Mykee, amigo mio durante su viaje a Los Angeles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario