De la miel a la hiel

iro su cara bonita y acaricio su pelo. Mis dedos se deslizan por sus rizos que ella se empeña en alisar.
No es la belleza sublime que todos anhelan, pero eso que me importa. Ninguna otra mujer puede amarme como ella, ni arrancarme una sonrisa cuando el sistema falla y las cosas se doblan y se tuercen según la voluntad del momento.
Hace un tiempo que le di mi alma. Siempre a su disposición estoy, siempre en guardia. Si ella me pidiera que matara, presto iría yo a por mi navaja, y la clavaría hasta el fondo para que de ahí nunca saliera. El olor de la sangre, sin embargo, a ella le produce reparo. Dice que puedo serle útil de mil maneras diferentes que yo no logro imaginar. Dice que le sirva y ella hará de mi un hombre extraordinario y yo le respondo que no, que lo realmente extraordinario en esta vida es que permanezca a mi lado, siendo yo quien soy. Así es como logro llegar al inicio de un nuevo día, así es como se tensa la cuerda que un día ha de servirme de corbata. Por ella vivo y por ella he de morir.
Es ahora ella la que me devuelve la caricia. Yo le pregunto al oído si ha vuelto a buscarme. Ella me sonríe en tanto que sus dedos se posan en mis labios para que me calle.
Bésame le digo. No alargues este sufrimiento mío que tu iniciaste con tu partida, acaba, ponle fin.
Sus ojos infinitos, que son el reflejo de las estrellas que alumbran el firmamento, se clavan en mi pupila para no descubrir nada. Los míos, oscuros como la noche más cerrada ya no son lo que eran y aun cuando ella se esfuerza en encontrar algo que le resulte familiar, solo logra ver reflejada su mirada en el fondo.
Has tardado mucho tiempo le digo. He esperado con impaciencia este momento, quería tenerte delante y decirte lo mucho que he sufrido. Mas me valía haber estado muerto cuando tu me dejaste. Ni un solo día falte a mi cita contigo, aun sabiendo que tus besos eran para otro.
Su mirada se desvanece, como si atravesara la carne y por un momento parece pensativa al contemplar desde el borde imaginario de un pozo el fondo oscuro que la contempla. En su interior dos fuerzas poderosas se agitan como colas de dragón. Nada sabe de lo que encontrara allí abajo, solo el contacto con mi mano parece tranquilizarla.
Besa mis labios. Al final se ha lanzado hacia el fondo, sin importarle cuantas cosas deja atrás, quiere que sepa que confía en mi, por eso, antes de saltar me apretó tan fuerte la mano.
Beso su cuello, el cuello que ya fue mío tiempo atrás y noto el perfume amargo al contacto de mis labios.

TEXTO: D

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