Y que vaya calor que hace. Y que mi molinillo de viento no gira si lo compré para que tiñera de colores mi balcón y Sevilla entera; y que estático permanece sin mover un ápice las aspas brillantes. Y que entre los tréboles que reverdecen en las macetas, nunca sale uno de cuatro foliolos; y las golondrinas han vuelto como todos los años, no se si para quedarse indefinidamente o por cuanto tiempo. Y que el árbol enorme, en medio de la plaza, llora a todas horas lágrimas de oro, motas que cubren los coches, las motos y las personas con un manto amarillo y denso. Y que el día amaneció maravilloso pero yo estaba muerto, y mi compañera de mesa a mi izquierda pegaba puñetazos en la mesa cada cierto tiempo y maldecía; y yo también maldecía, pero soterrado, como un manantial que fluye por dentro de uno, y nunca llega a salir a la superficie, al menos, no en público. Y a mi otro lado, mi compañera también se aburría, y nos mirábamos y nos compadecíamos – aún puede ser peor –. Y cada cierto tiempo se levanta a por agua alguna chica guapa, y que como estoy apático, no se cual es la que me produce cierta emoción, ¿no es acaso que estoy atrofiado como mi molinillo que no se anima a girar?, ¿o es que no viene el viento adecuado que lo anime a echar a andar?, ¿y encontraré algún día un trébol de cuatro foliolos?
tEXTO y fOTOGRAFÍA :d´




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