“Los números eran la mano derecha que tendía para estrechar la del prójimo y, al mismo tiempo, un abrigo para resguardarse de sí mismo. Un abrigo tan pesado que nadie conseguía que se lo quitara, tan recio que no permitía distinguir el contorno de su cuerpo, aunque se deslizara una mano por encima. Pero por el mero hecho de llevarlo puesto lograba proteger su propio espacio”.
cITA: ‘La fórmula preferida del profesor’ \ Yoko Ogawa. \\ fOTOGRAFÍA: D












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