
Si me muero los cumpliré también pero de otra manera. El doctor me ha ordenado que escriba todo lo que me suceda; sea bueno o malo, y todo lo que piense, aunque me ha recomendado que no piense para escribir.
Que la mano escriba por si sola. Bueno. El doctor se llama don Miguel y es tan pequeñito que me llega por el hombro. Él asegura que los hombres deben medirse por su inteligencia y no por su tamaño. Una jirafa es más alta que una mujer y sin embargo nadie cambiaría una mujer por una jirafa. O sea, que más vale ser pequeño y listo que tonto y alto.
— ¿Y si fuésemos altos y listos?— le pregunte una vez.
— ¡Oh, seria ideal!— me contestó— Pero eso es imposible.
Y añadió que todos los hombres geniales han sido casi enanos. Mozart, Beethoven, Goya, Schubert, Kant, Napoleon, Julio Cesar, Alejandro, Colón...
— ¡Como!— lo interrumpí— ¿Colón era también pequeño?
— Naturalmente— me respondió.
Y cambio de tema. Pero yo estaba tan confundida que don Miguel me recordó con voz afectuosa que la realidad es con frecuencia dura y desconcertante. La realidad es nuestra peor enemiga y debemos vencerla con la indiferencia, con el olvido.
Incluso con el desprecio. La realidad no soporta el desprecio. Ahí está su telón de aquiles."
tEXTO: 'Inés volvio a la tierra' \ Manuel Fernández de liencres
Entrañable texto... Me gusta.
ResponderEliminarUn abrazo de otoño!