Cometas en el suelo

l día había amanecido de color púrpura. El color púrpura es el de mi suerte, así es que pensaba que en ese día todo debía salirme bien.
Me encontraba sentado en una colina desde la cual se divisa a lo lejos una explanada, sobre la que se asienta una gran ciudad, hay también un río que separa la ciudad por la mitad, en dos orillas.
Me había dejado caer sobre mi espalda y yacía tendido sobre la hierba, las nubes me caían abajo, los pájaros iban en caída libre, y en esta ocasión el cielo era el suelo.
Había creído ver en el horizonte el grácil vuelo de las cometas, y me pareció un juego falaz, en el cual ya no importaba tanto la habilidad en la pirueta como el hecho de lograr partir el hilo de la cometa rival.
Pero no me angustio aquel espectáculo aéreo. Creo recordar que hace largo tiempo ya, con palos entrecruzados y bolsas de plástico ideaba mis primeros vuelos, nunca la cuerda daba para elevarse sobre la ciudad, y el vuelo no era limpio, era torpe, mas bien se trataba de una caída sobre una anterior, un remiendo sobre un descosido.
Ahora me alegro de que mis cometas no llegaran a surcar el cielo en busca de conquista ni de revancha, nunca mi cometa partió el hilo de otra, ni tampoco tuvo tiempo de ser partida en su corta trayectoria hacia el suelo.
Ví pasar un enorme pájaro blanco, un reactor de magníficas dimensiones que iba dejando tras de sí dos estelas blancas, dirigiéndose hacia alguna parte del planeta. Alargue la mano y acaricie su cálido vientre, lo desvié de su trayectoria, entró en turbulencia, y estalló en pleno vuelo.
Sentí un ligero gozo tras la explosión, y pensé en la caja negra, no se lo que hubiera grabado en sus últimos instantes, pero tampoco me importaba mucho.
Ahora las nubes adoptaban forma de borregos, todos allí hacinados, esos borregos cabizbajos no hacían otra cosa que balar, balar y pacer, balar y mirarme.
Supuse entonces que el pastor anduviera cerca, y que sus perros se movían trazando círculos en derredor.
Yo era ese pastor, y con mi dedo tumbaba reactores, con mi uña cortaba los hilos de las cometas, dibujaba borregos, en esa mi mañana purpúrea.

TEXTO: D EXTRAESPECIAL DEDICACIÓN: B

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