Suelen ser habitaciones tristes y oscuras escribe, con mesas caóticas y toscas sobres las que se asientan infinidad de objetos, que si lámparas, colonias, papeles pintarrajeados, bolígrafos sin capuchón, llaveros, cables, imanes, cristales de gafas, libros-baúl, etc. Pero no hay nada que indique que la mía sea una entre ellas. Por el contrario diría que es una habitación que invita a la alegría y la ensoñación. Quizás porque es una habitación común, con todo lo necesario e innecesario que he ido recopilando desde que la habito, hace ya muchos años.
Por su ventana entra brisa fresca y rayos de luz, de vez en cuando una mosca entra a inspeccionar el terreno torpemente, quedándose atrapada entre las hojas del cristal. Las palomas y gorriones suelen visitar la cornisa durante breves instantes también, inconscientes de mi presencia, y raudos y veloces saltan de nuevo al vacío batiendo las alas y perdiéndose entre los edificios. Si bien es que si escribo casi siempre es desde la la profundidad, por mi ventana sigue entrando la luz apacible y suficiente para mis días. TEXTO \ FOTOGRAFIA: D
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