Tres días y tres maneras de morir

res días y tres muertes en mi haber, escondiendo los cadáveres, siempre guardados en bolsas negras.
Con el miedo anudando el estómago, como si de un demente cualquiera se tratara; con todo ello, ninguno de los crímenes ha sido descubierto aún.
Nunca se sabe la identidad del fiambre, tal vez sea yo o mi hermano mismo los que nos hallemos dentro de la bolsa, pero como nunca abrimos la mortaja, aún sigue siendo una incógnita. ¿Y si al abrir la bolsa nos encontramos a nosotros mismos dentro de ella?; ¿y porque mi hermano aparece a mi lado, siempre cómplice, borrando huellas, para que nunca se conozca la verdad?
Los “Sherlock Holmes” tras la pista son demasiado malos o demasiado buenos, tanto que al final de la semana laboral, cuando ya sumen cinco, temo nos los descubran a todos del tirón, y sepamos al fin las identidades de esos fiambres.
La huida, de esta Cosa que llevo dentro, lo que se guarda dentro del saco, lo que no tiene forma y de la que es necesario desprenderse, que se mantiene en el inconsciente, por lo bajini, da para la trama de una película con escaso gusto y presupuesto que se llamaría del modo que sigue: “Esperpento o el ocaso de la información”
Pero esta noche, si esta vez vuelve a ocurrir de nuevo, abriré la bolsa negra en pos de la verdad; si soy culpable, asumiré mi culpa y me entregaré en la primera comisaría que encuentre; y si no lo soy, bueno, en ese caso la verdad quedará en manos del “Inspector Gadget” y sus artilugios.

Anotaciones de trabajo, 28/10/09 (Actos oníricos)

TEXTO: D

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