La historia mejor contada

Quería escribir el texto más hermoso que haya conseguido componer, en el que supieras lo que hago, cómo vivo, que lugares me gusta frecuentar y con qué compañías. Como empiezan mis días y como acaban mis correrías nocturnas. Que cosas me sugieren una emoción, cuales consiguen provocar mi llanto y ahogarme en un mar de lágrimas; cuales me sumen en un profundo éxtasis; porqué estoy sentado y pensativo dentro de una cueva, esperando con fe sin saber a que atenerme; qué sentido tienen en mi nueva vida las flores y aún ciertos perfumes de tiempos pasados.

Y en el mundo que yo conozco abundan las mujeres bonitas, niños que necesitan ir cogidos de la mano de sus progenitores aún, pero que en ellos se nota una fría determinación; cielos azules que terminan fundiéndose en el mar o solapados detrás de una montaña.

En el mundo que habito uno puede hacer lo que quiera siempre y cuando no se moleste a los demás; puede fumar un cigarrillo y dejarse la vida en una calada, y vaciar una botella de Whisky, y consumirse en un trago. Puede reir alborotado y sentirse a la vez profundamente vació, como yo ahora; puede sentarse en una roca y desde ella dejarse mecer la cabellera por el viento y escuchar los susurros del viento.

En el mundo que habito hay hidroaviones que descienden sobre el mar, y vacían sus tanques sobre el fuego intencionado. Hay sombrillas que resguardan a personas que miran, impávidas, el espectáculo del fuego, del ir y venir de los helicópteros, de la choza que se ha montado el vecino, de la inmensidad del mar profundo. Hay también molinos de viento inmensos que sometan a las nuevas generaciones de Quijotes, pero nunca, sin embargo, las aspas de estos molinos se atreverían a descabalgar de sus pollinos a los nobles herederos de Sancho Panza.

En el mundo que habito hay acantilados en los que al asomarse uno siente vértigo, y la terrible sensación del salto al vacío- ¡el canto de las sirenas se oye a lo lejos, entre las rocas afiladas y expectantes, bañadas en espuma!-.

En el mundo que habito el mejor amigo posible es a su vez mi peor enemigo, fuentes de conocimiento del cual beber.

En el mundo que habito las luces persiguen a las sombras a su vez que son perseguidas por estas mismas; y los caballos, los toros y los bueyes viven bajo el mismo sino; parecen estatuas que de vez en cuando se agachan, sus sombras se alargan y decrecen por entre la hierba, siquiera hay árboles en los que resguardarse, tan sólo un vallado de palos y espinos, a modo de barrera contra aquello que no puede ser contenido, la sensación de libertad.

TEXTO \ FOTOGRAFÍA: D

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