La musa y el poeta solitario

La encontré, la encontré!; si, de nuevo vino a mí, no se como, pero qué más da. La he vuelto a ver, estaba ahí, en una revista, en una fotografía, sobre la mesa. ¡La musa ha vuelto, mi inspiración! Apártense las telas y las musarañas, y vosotros los que me seguís también echaros a un lado, volved con quien queráis, necesitaréis un líder que os inspire, y yo lo único que hago es soñar para mi solo, y caminar en busca de mi destino. Tarde o temprano llegará el momento en que nos separemos y recordad esto, mis queridos, para cuando llegue el momento y os sintáis terriblemente abatidos: “todas las criaturas de este mundo mueren solas”; da igual que seas rey o peón, noble de corazón o serpiente enroscada. Da igual que tengas tanto dinero ahorrado en vida que de pena apearse tan pronto; en un féretro de oro, al igual que en el de madera, los gusanos cumplen la misma misión. Mis enemigos, hoy podéis gozar y alegraros, me rindo, no quiero jugar más a ratones y gatos, a polis y cacos; me trae sin cuidado lo que hagáis conmigo. Encontraréis en mí un súbdito sin igual, ya ha practicado mi genio cuanto quería, mi límite es este, no quiero ir más allá. Y no dejo descendencia por considerar la vida solo un trámite hacia una muerte cierta; mi estirpe, es la estirpe de los superhombres, y el superhombre de hoy lo encuentro yo en el espigado y rubio de ojos claros como en el mendigo que habla consigo mismo entre cartones de vino. He sido enviado desde el futuro, y he llegado para allanar el camino del que me sucede, a Él es a quien debéis rendir cuentas y no a mí, pues nadie hace de una gota un océano.
Y tú musa, ahora que te he recuperado, ya no te alejes de mí, deja que vaya contigo ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amen.
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D

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